jueves, 25 de febrero de 2010

Italia! 19-22 / 02 / 2010






Esto de viajar va mejor que el Red Bull para revitalizar el cuerpo y la mente... me está sentando bien. Creo que ayuda a ver la vida con mayor perspectiva, y a descubrir que los mitos y leyendas que se encuentran allende los mares no son, para nada, inalcanzables; le hace a uno recuperar la ilusión por explorar lo desconocido. Darte cuenta de que, en realidad, no tienes ni idea del mundo que te rodea puede hacerte sentir como un niño, y más aún si te creías que ya lo habías visto todo. Te hace sentir el tiempo transcurrir con solemnidad. Cuando ves cosas nuevas, la vida corre hacia delante y adquiere sentido. Además, dicen que el frío es bueno para el cutis, así que genial.

Ya en el aeropuerto, antes de tomar el avión, mientras discutíamos acerca de qué extremidad debería uno comerse primero en el caso de encontrarse perdido y hambriento en pleno Tokio, hicimos nuestro primer descubrimiento: que la auténtica bandera española, la que ven los turistas cuando llegan a Valencia, lleva un enorme toro de Osborne en el centro. ¡Y después todo son quejas con aquello de los tópicos!

Durante el viaje traté de dormir, porque apenas había tenido cuatro horas de sueño la noche anterior. Esto fue un hándicap para mí durante todo el viaje: casi no pegué ojo en todo el fin de semana. Supongo que los senderos del dios del insomnio son inescrutables. Sea como sea, en el avión, imposible: el piloto debía de creerse el teniente Harmond Rabb, porque no dejaba de subir y bajar con brusquedad. Eso sí, el aterrizaje, fenomenal.

En cuanto llegamos al aeropuerto de Bérgamo, vimos una oferta de 3x2 a la hora de comprar los billetes de autobús. Nosotros éramos cuatro, de modo que aproveché para iniciar un trágico romance con una joven (española) que formaba parte de un grupo de cinco y que sólo me amó por el dinero y durante apenas diez minutos. Para que luego digan que los españoles somos los más majos de Europa.

El autobús nos dejó en la Stazione Centrale di Milano, en Milán, como su nombre indica. Después de comer como auténticos trotamundos unos menús del McDonalds tirados en mitad de un pasillo de la estación (si hubiéramos puesto una gorra del revés en el suelo habríamos conseguido una fortuna), llegó nuestro amigo Gonzalo, cuya visita en su exilio de Erasmus fue el motivo principal de la excursión. En cuanto se unió a nosotros quedó completa nuestra plantilla: Cesc, Charly, Fle, Gonzalo y un servidor.


El resto del día lo dedicamos a pasearnos por la ciudad en busca de monumentos destacables, como unos cuantos arcos de medio punto, un par de iglesias y la basílica de San Carlo al Corso, inspirada totalmente en el Panteón de Roma. Ah, y la tienda de Ferrari. Eso sí, merece una mención especial la catedral, o duomo para los italianos, de Milán. Aunque era de un marcado estilo gótico, no era tan impresionante como la de Salisbury, pero sí mucho más colorida y mejor acondicionada en su interior para las visitas (lógico, dada la cantidad de turistas que albergaba, todo lo contrario a la de Salisbury). También intentamos acudir a ver el fresco de la Última Cena pintado por Da Vinci en el refectorio de Santa Maria delle Grazie, pero había que pedir cita con antelación, y teníamos como dos semanas de cola, así que nos comimos una mierda. Figuradamente.

Un dato curioso es que no dejó de llover en todo el día. En España, cuando llueve, amaina y arrecia, de vez en cuando. Se ve que allí no, porque estuvo lloviendo durante absolutamente todo el tiempo de forma constante y tediosa. Y yo, sin paraguas.

Cogimos el tren y nos fuimos a Génova, actual lugar de residencia de nuestro anfitrión. Reventados como estábamos de tanto viaje y tanto caminar, sólo pensábamos en descansar... nunca hubiéramos imaginado que los amigos de Gonzalo habrían organizado una fiesta en su maldita casa con la excusa de nuestra llegada. Y digo excusa porque el único objetivo de aquello era beber como cabrones, objetivo al que, por supuesto, nos apuntamos encantados. Excepto Cesc, que es abstemio.


Tras ponernos un poquito a tono, bajamos a un bar llamado Moretti donde tuvimos que soportar un hilo musical algo kitsch a cambio de tener un lugar donde conversar en medio de la multitud Erasmus que se había formado en la plaza del exterior. Además, los cubatas iban a tres euros.

Después del Moretti, Cesc y Fle se fueron a dormir, y Charly, Gonzalo y yo nos dirigimos a un lugar llamado Milk, una especie de after oculto con aires de clandestinidad pero muy concurrido por la juventud estudiantil. Necesitábamos una tarjeta especial para entrar, de modo que Gonzalo se adelantó y pidió sus tarjetas a dos de sus amigos que ya se encontraban dentro. Charly y yo las mostramos en la puerta, pero fuimos  irremediablemente pillados al instante. Por suerte, Gonzalo tuvo labia suficiente como para que nos dejaran pasar, y allí estuvimos un buen rato, escuchando clásicos de los ochenta como Like a Virgin y Thriller mientras nos desfasábamos y disfrutábamos del ambiente de puterío... con la vista. Soy un chico sensible.

Al final encontramos el camino de vuelta a casa de milagro y nos caímos redondos en la cama que nos tocó compartir a los tres. Y pensar que no se rompió hasta que, al día siguiente, me senté en un ladito para ponerme los zapatos... Eso sí, fue la única noche en la que dormí largo y tendido.


La jornada siguiente la dedicamos a visitar la propia Génova. Vimos la plaza principal, la calle comercial, el duomo y el puerto, donde nos quitamos el hambre con el típico kebab italiano, y donde empezamos a comprobar que los carnavales en Italia se viven mucho: pasacalles, bandas disfrazadas tocando extraños pasodobles, gente pintada por doquier, etc. Como no tienen Fallas ni Moros y Cristianos... Además, vimos también un barco pirata auténtico, un aviario moderno, el acuario, desde fuera (por lo visto es el segundo más importante de Europa después de nuestro Oceanogràfic), y muchas estatuas por aquí y por allá.

Después cogimos un autobús cuyo autista (autobusero en italiano; hilarante, ¿verdad?) parecía tener aspiraciones a participar en el próximo Rally de Monte Carlo y que nos dejó frente al cementerio monumental. Fracaso: acababa de cerrar. Decidimos volver a visitarlo el último día y nos fuimos a ver el jardín japonés, un parque en forma de monte que de japonés sólo tenía un museo en la cima. Más tarde nos fuimos a tomar unas birras a una típicamente italiana cervecería alemana y, después, a cenar pizza en la pizzería La Mama.


El domingo nos fuimos a Turín, Torino para los nativos, donde, de nuevo, la música carnavalesca había tomado la ciudad. Recorrimos con rapidez toda la zona más repleta de monumentos, donde se encontraban el Palazo Reale, en una plaza con el culo de caballo mejor descrito que haya visto nunca, un panteón al que no llegamos a tiempo de visitar, el duomo de rigor, que se encontraba cerrado por restauración, y la Mole Antonelliana, una torre espectacular que en sus inicios funcionaba como sinagoga para los judíos del lugar. Igual de espectacular era la cola que había para entrar, así que nos contentamos con verla desde fuera, que no es poco.

Hay algo que Londres y Turín tienen en común: los egipcios. Nuestra última parada en la ciudad fue el Museo Egizio di Torino, nada que ver, por supuesto, con el enorme British Museum de Londres, pero muy completo y con una presentación de las obras superior a la del museo inglés.

De vuelta en Génova, pasamos por la Piazza della Vittoria, cuyo arco conmemorativo no habíamos visto aún, y también por un jardín escalonado que tiene las tres carabelas de Colón (Cristoforo Colombo para los italianos, te cagas) dibujadas con flores. En seguida nos fuimos a cenar y acostarnos para hacer frente al último día de la travesía, que iba a estar cargado de medios de transporte.


Pero algo nos faltaba por ver en Génova, y gracias a Dios que nos acordamos de volver: il Cimitero Monumentale di Staglieno, una de las mayores y más importantes necrópolis de toda Europa. Lo que yo creía que sería un cementerio medio cochambroso (la entrada no daba para mucho más) resultó ser un impresionante compendio de tétricas lápidas, criptas y panteones coronados por esculturas absolutamente deliciosas en su mayoría, casi todas ellas de corte romántico y, en ocasiones, realista. Francamente, si el viaje sólo hubiera consistido en visitar el cementerio habría seguido valiendo la pena. Disfruté como un crío echándole fotos, y todavía me lamento por no haber tenido tiempo de visitarlo en su totalidad.

Después de aquello, cogimos nuestros bártulos y nos dirigimos a la estación de tren, de camino a la cual hicimos una pequeña pausa para probar la focaccia, una especie de masa de pan tostado con aceite que es tradicional de Génova, esta vez de verdad. Estaba muy buena. Nos despedimos de nuestro Gonzalo, nos fuimos a Milán y, después de comer (de nuevo en el McDonalds), nos dirigimos al aeropuerto de Bérgamo.

Ya en el aeropuerto, algo ensombrecía mi ánimo. Todos los souvenirs que habíamos visto durante el viaje me habían parecido horrendos, y yo estaba un poco crispado por ello. Finalmente me rendí y me compré una taza completamente horrorosa (en cuyo reverso pone MILANO bien grande y en Comic Sans cursiva), tan solo para tener un recuerdo. Lo de las tazas se está convirtiendo en una tradición para mí, porque en el Stansted Airport también me compré una. Tengo más espíritu de coleccionismo que el mismísimo Ash Ketchum.

Y eso es todo. Fue una visita muy amena y enriquecedora, y, aunque no pudimos ver lo más glamouroso del país (Roma, Florencia, Venecia, Pompeya...), aprendí mucho y disfruté a la par. Eso sí, me molestó un poco el hecho de que el ambiente fuera, en realidad, bastante español. En Inglaterra todo era claramente diferente, pero en Italia tanto las personas como su idioma y costumbres me parecieron muy similares a las nuestras. Además, las calles, pese a ser muy acogedoras en su mayoría, y pese a la gran cantidad de monumentos y ornamentos que las embellecen, están bastante sucias y estropeadas. Y hablo de las tres ciudades, vamos, en general.

Ahora bien, los cappuccinos y los helados estaban de muerte.

7 comentarios:

  1. por fin tenemos el resumen del superviaje a italia!me gustan especialmente las estatuas del cementerio(son preciosas)y el barco pirata,mola mucho.lo bonito de viajar es experimentar esa novead y esa sorpresa de ver cosas curiosas y novedosas que te hacen sentir como un niño cuando descubre las cosas por primera vez y tambien es muy interesante y enriquecedor acercarte a culturas y costumbres distintas.me alegr de que hayas disfrutado el viaje,espero que puedas disfrutar muchos viajes mas en tu vida igual de interesantes o mejores aun.
    lo del cafe de italia ya habia escuchado que eran muy buenos.

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  2. JAJAAJA, qué Ash Ketchum mááás feo! XD

    Se nota que te lo has pasado pipa ^^ Yo quiero ir a Italia... ¿me llevarás?


    P.d.: Uhmmm... helado...! No has dicho que era de chocolate y stracciatela, una de las combinaciones más buenas y clásicas.

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  3. @tonia:

    Ojalá sea verdad lo que dices. Aunque cuantas más veces me suba a un avión mayor será la probabilidad de que muera en su interior xD

    @Rachel:

    Nos iremos a Venecia y nos empaparemos de fetichismo, que aquello no debe de tener parangón.

    Si por sabores no será! Había chorrocientos diferentes, para todos los gustos. Yo es que en eso soy un poco conservador, y prefiero ir a lo seguro antes que desperdiciar el dinero del helado... (pero algún día probaré el sabor a paella de la Llinares).

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  4. Aplaudo tus diarios altamente descriptivos.
    Y mis comentarios altamente pobres...

    Me encanta que estés creciendo en lo que a descubrimientos se refiere. Está claro que los libros y demás están muy bien, pero no hay nada como la experiencia, desde luego.

    En fin, espero que podamos hacernos otro juntos, o que volvais a seguir descubriendo "la Isla"...

    P.D.: Mañana voy a visitar la famosa ciudad de Bath... ya os contaré.

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  5. Si te acabas bañando en un jacuzzi o algo parecido, avísame!

    Helado de paeeella! Cuando sea verano -o cuando abran la Llinares- vamos y nos compramos una tarrina pequeña de alguna mezcla horripilante XDD como lentejas con salmón o algo así. Será divertido!!

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  6. ¿Todavía tienen esas combinaciones extrañas en Llinares? Qué repelús me daba leer los carteles xDD

    La verdad es que parece un viaje bien aprovechado. Yo estuve en Milán muy, muy de pasada -es lo que tiene ir con el "cole" XD-, así que no me suena nada y todo me parece interesante xD Bueno, excepto el alcohol y el no dormir. Yo si voy de viaje necesito dormir mis horas xDD

    La focaccia la probé yo en Castellón (sí, en serio xD) en un restaurante italiano. El dueño era italiano, así que supongo que vale xD Coincido en que estaba muy rica, pero como yo soy de las que si no lo he probado allí no vale, hasta que no pruebe una de allí no me quedaré tranquila XD

    Tener amigos que están de erasmus mola mil. Sobretodo si te invitan xD ¿Algún viaje más planeado?

    pd: Efectivamente, el culo de caballo más detallado que debe haber. Cualquiera diría que se va a poner a manchar la acera de un momento a otro xDD

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  7. xDDDDD Pues ya ves. Y a los niños de la calle. Hubiera sido el mejor carnaval de sus vidas xD "Mira mamá! Voy de chocolate!" Yummy.

    Algo se ve en la lejanía, pero como aun no se sabe nada seguro, no digo nah. :)

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